Know your enemy

Sebastian Junger: “In terms of our communities and our society at home, we [thankfully] no longer have to organize young men and prepare them for group violence so that we can survive. That’s been the human norm for 2 million years, either from predators or from other humans. . . If you don’t give young men a good and useful group to belong to, they will create a bad group to belong to. But one way or another, they’re going to create a group, and they’re going to find something, an adversary, where they can demonstrate their prowess and their unity.”

El pesimismo de la cita anterior es cuestionable, aunque cuenta con cierto grado de justificación. Incluso en pleno siglo XXI, con una sociedad mucho más fragmentada que en épocas anteriores, parece más fácil movilizarse en contra de algo que a favor de algo. Un ejemplo personal: yo simpatizo con el progreso, la evolución, la expansión de qué es lo que podemos ser y hacer como personas y como sociedad en general. Sin embargo, es mucho más simple afirmarse en contra de aquello que atenta contra mis ideales: la pobreza y desigualdad estructural, la violencia, la ignorancia, la discriminación (de género, raza, etc) y un lago etcétera en el cual van incluidas la arrogancia y la flojera de algunos de nosotros que hemos tenido las condiciones necesarias para tener un alto nivel de preparación y confundimos la posesión de fragmentos de conocimiento con la facultad de tener siempre la razón.

Pareciera que aquello a lo que nos oponemos nos define, y muchos de nuestros miedos, y en general de aquellos símbolos o sucesos a los que nos oponemos, tienen su origen en nuestros años de formación. ¿Cuántos de los traumas que sufrimos los adultos son fruto de las presiones, carencias y limitaciones sufridas durante nuestra crianza? ¿En qué medida el crear un mejor entorno entre nosotros los adultos podría beneficiar a los niños, que están experimentando su formación justo en estos momentos? ¿En qué medida podemos evitarles miedos y traumas innecesarios? ¿Hay algo que podamos hacer aquí y ahora para mejorar nuestro entorno? No importa si tenemos hijos o no.

Siendo honestos, aquellos que tenemos acceso al Internet (y que podemos leer posts como este) no nos vamos a morir de hambre. Lo que nos preocupa es el estatus, el orgullo, la validación externa. Vaya, son cosas enteramente atribuibles al ego. La fuente de nuestro sufrimiento y del sufrimiento que causamos a otros (incluyendo los niños) está en nosotros mismos. En la medida en que nos serenemos y nos apreciemos a nosotros mismos podremos dar un entorno más seguro a los niños que serán los adultos del mañana. Nosotros como adultos añoramos y exigimos estabilidad. ¿Por qué negársela a los niños?

En mi opinión, las próximas generaciones serán las más amenazadas y a la vez las mejor armadas para los retos que vienen. Y estarán (estaremos) a la altura. No tengo duda. Aún así, aquellos que ya hemos madurado un poco, hagamos nuestra parte. Aquí y ahora.

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